Cartas de Amor 2013

Tal y como dije, publico dos de las cartas ganadoras que me enviaron en formato digital
La ganadora de Gema Lopez Olmos y la segunda premiada de Irene Crespo

Espero que las disfruteis:
1º premio:
En tu ausencia...
Comienzo esta carta, sin saber que decir, ni si quiera que contar. 
Hoy hace un tiempo que no se de tí, hace días que no he escuchado el sonido de tu voz, y  hoy es el momento en el que más añoro poder escucharte reír, o sentir, que estás ahí.
Llegaste a mí en el peor momento de mi vida, cuando no tenía ganas ni de seguir viviendo, desde el primer momento en el que recibí tu primer mensaje, sentí que todo cambió , algo se accionó y desde ese momento sabía que las cosas iban a cambiar, de hecho cambiaron. A partir de ahí nada fue lo mismo, con el paso de los días hicístes que mi corazón volviese a sentir cosas que añoraba desde hace mucho tiempo.
Los días , las horas, y los minutos de felicidad habían vuelto a nacer. Te quería , no se si sabrías el significado de esa palabra, pero era lo que sentía, te queria más que a nada en el mundo, más de lo que se podía explicar, más de lo que se podía sentir, más de lo que se podía  querer.  Eras lo mejor de mi vida, Pensaba en tí cada mañana al levantarme, y cada noche al irme a dormir. Todo pasaba , y con el tiempo me iba acercando a tí, era en ese momento cuando mi corazón,no dejaba de latir, por fin  había encontrado un motivo, por el que seguir viviendo.
A veces sentía miedo,miedo  a que te alejases de mí, a que algo saliese mal, y te perdiese para siempre. Pero ese miedo no quedaba en mano, eso era porque sin querer o queriendo mi corazón había elegido sentir esto por tí.
Sé que la soledad es dura, difícil, complicada, y que a veces por un momento se me ha pasado por la cabeza terminar con todo, pero hoy no, en este momento quiero llegar a tí, y decirte, que si estoy aquí, es por tí, y porque no me quiero perder un segundo de mi vida, sin tí.
Pero, sólo será porque te quiero... hoy, mañana y siempre a mi lado.


2ª premio:


Lo más grande, lo más bonito, lo mejor que me ha pasado.
A veces me cuesta imaginar cómo sería una vida junto a alguien, pero hay momentos y decisiones que pueden cambiar de forma casi increíble lo que hasta ahora pensaba, así fue como empezó todo:
La puerta se abrió, y entró mi profesor de tecnología a clase, diciendo:
-         Hola chicos, tengo una buena noticia… No me miréis así, ¿os acordáis de aquella excursión que pedimos? (Nadie se acordaba, la dábamos por imposible) Pues nos la han concedido. ¡NOS VAMOS A GALICIA!
Un murmullo y una alegría que no sabíamos ni cómo expresar inundó por completo la clase. La de matemáticas ya daba por imposible seguir explicando. Y entonces Joan, el de tecnología, dijo el nombre del instituto con el que iríamos y que la profesora de lengua ya nos explicaría los detalles. Entonces, justo cuando se dio la vuelta sonó la campana que indicaba el final de la clase.
*Esa misma tarde*     - ¡Tía! Tengo un plan. Dijo mi amiga Andrea.
Claro que lo tenía, un buen plan además. Pensó que podíamos agregar a unas cuantas personas de ese instituto con el que íbamos a Tuenti. Agregamos a 3 o 4 personas preguntando si iban a ir a esa excursión concreta, solo acertamos en una, un chico, Alejandro, y en el momento en que lo agregué, nunca llegué a imaginar lo mucho que iba a significar para mí.
Empezamos a hablar, y me sorprendió en la cantidad de cosas en las que éramos idénticos, me encantó su forma de ser desde que me escribió las primeras palabras, pero no era del todo consciente de lo que estaba pasando. Resulta que Alejandro tocaba la guitarra, como yo, y coincidíamos en todo, EN TODO. Sé que parece un poco surrealista, pero es así. Después de poco menos de un mes hablando con el casi todos los días, Andrea empezó a sospechar que me gustaba, porque de mi boca no salía otra palabra que no fuese su nombre.
Y cuando llegó el gran día, el momento en el que entre a Galicia, me temblaba todo, no sabía cómo reaccionaríamos  al vernos, ni si me reconocería, ¿él también estaría así? No lo sé. Ellos eran de Sevilla,  lo planeado era llegar nosotros antes, y mi plan era esconderme en el armario los 6 o 7 días, porque sé que cuando me pongo nerviosa me lío, no me salen las palabras y me muero de vergüenza, y más, si pienso que Alejandro iba a estar ahí, y no detrás de la pantalla como de costumbre.
Pero nuestro conductor se perdió unas pocas veces, total que llegamos mucho más tarde de lo previsto. Bajé del autobús, y no había ningún sevillano a la vista. Uf, menos mal. Cojo mi maleta, entro en el edificio enorme donde viviría esos 6 días, pero  justo cuando levanto la cabeza ahí están, un montón de gente mirándome, y ahí estaba Alejandro, con una media sonrisa preciosa, levantando la mano tímidamente. ¡ME SALUDÓ! Me conoció. Creo que no me caí al suelo en ese momento porque me miraba demasiada gente, pero no me atreví a hacer nada, como sospechaba, volví a agachar la cabeza, y entré por otra puerta.
-         ¿Qué haces? ¿Por qué no te acercas a él? ¡Dile algo! Repetía constantemente mi mejor amiga, Paula.
Según ella, yo estaba del mismo tono de rojo que el extintor que tenía justo al lado. No sabía dónde meterme, él estaba sentado dos filas delante de mí, atendiendo a la presentación de la que sería nuestra guía durante toda la excursión, y yo ni siquiera me acuerdo de lo que dijo, solo intentaba disimular esa mezcla de nervios, tensión, vergüenza, y muchas cosas más que se amontonaban en mi cabeza.
Cuando salimos de aquella sala, iba hablando con Paula, y justo cuando más despistada estaba, veo que hay alguien esperando en mitad del pasillo, sí, era él, Y SÍ, ME ESTABA ESPERANDO A MÍ. Ya no había marcha atrás, le saludé, me sonrió, y en ese momento me enamoró de verdad.
Alejandro era exactamente igual en persona, que como hablaba conmigo a través de la pantalla, transmitía muchísima alegría, y optimismo. Además, su acento sevillano le daba un toque cómico muy divertido. ¿Y sabéis lo mejor de todo? Alejandro se llevó su guitarra a la excursión, cosa que yo ya sabía con antelación y eché en la maleta unas cuantas canciones mías para poder tocar yo también.
Poco después de la presentación sacó la guitarra, y Paula, Andrea y yo nos integramos muy bien en el grupo de alegres sevillanos con los que compartiríamos ‘’casa’’ durante la excursión.
Me encantaba escuchar a Alejandro tocar la guitarra, y a él le encantaba oírme cantar, y tocar, y era todo tan perfecto… Pero se hizo de noche, y muy a nuestro pesar nos fuimos a las habitaciones, mañana sería otro día.
Cuando abrí los ojos al día siguiente, recordé todo lo que había pasado con Alejandro, y estaba deseando bajar a desayunar para verle, pero por el camino me enteré de que Andrea, (la amiga que ya sabía que me gustaba) esa noche había ido a su habitación y que tuvieron más que palabras ellos dos… En ese momento toda la excursión pareció volverse negra de golpe, todo a la mierda, no podía imaginarme a Andrea, una de mis mejores amigas, que sabía que me gustaba Alejandro, y lo iguales que éramos, hubiera sido capaz de hacerme eso, pero lo hizo.
De todas maneras, delante de él intentaba disimularlo, seguí tocando la guitarra y cantando como si no me hubiera afectado nada. Paula, mi mejor amiga, me ayudó mucho, y la segunda noche fui yo a su habitación, cuando entramos, vimos a los dos en la misma cama, a Andrea no le gustó mucho vernos pero Alejandro estaba encantado, me senté en la cama de al lado y Paula, no sé como lo consiguió pero hizo que Andrea se levantara de la cama, aprovechando para quitarle el sitio y dejarme un hueco a su lado. La situación quedó así: Paula, Alejandro y yo metidos en la misma cama de 90, no cabía un alfiler más, y Andrea, al vernos, salió enfadada de la habitación.
Pasamos la noche hablando, de todo, de Andrea, de nosotras… Con Alejandro podía hablar de todo lo que quisiera, y nos contó todo lo que pasó con Andrea, que era muy pesada, que en realidad él lo había hecho para olvidarse de otra chica, que le hizo daño, pero que ahora se arrepentía.
Me di cuenta de que Alejandro no sabía que a mí me gustaba, ni siquiera se lo imaginaba, así que cada minuto cogíamos más, y más confianza, y si encima teníamos una guitarra delante podíamos hacer lo que quisiéramos juntos. Él tocaba y yo cantaba. Yo tocaba, y él me escuchaba. La guitarra fue la que nos unió, pasaban los días, y Alejandro cada vez quería menos cuentas con Andrea, tanto que Andrea dejó de hablarnos, Paula y yo pasábamos las noches en la habitación de Alejandro, no hacíamos nada malo, solo hablábamos, y nos reíamos, cosa que Andrea no se creía del todo.
Cada día notaba a Alejandro mucho más cercano, y cariñoso conmigo, hasta que una noche, cuando abrí los ojos, lo vi a mi lado, como siempre, mirándome. En la cama de al lado estaba Paula, con otro amigo, David, pero estaban dormidos… O eso creía yo.
-         Te quiero.
Me dijo Alejandro, y no era un te quiero como puede decirme David, mi amigo… No, ese te quiero era de verdad, de los que se dicen mirando a los ojos. ‘’ ¿Y ahora qué hago?’’ pensé yo, entré en estado de shock, no respondía, y Alejandro empezó a preocuparse. De repente, David se levantó y dijo que ya era tarde, que tenía que irse, y Paula le imitó. ¡Se habían enterado! Cosa que me hizo mucha gracia, porque se estaban haciendo los dormidos a propósito. Son muy buenos amigos.
Y me quedé ahí, sola, en la misma cama que Alejandro, que no paraba de mirarme a los ojos. Me quería, y ahora de verdad, lo que él no sabía es que yo también le quería, igual, o más, pero por otra parte estaba Andrea, mi amiga. La amiga que sabiendo que me gustaba fue a su habitación y se lanzó, pero en el fondo mi amiga.
No sé qué paso, que me solté y le dije todo lo que no me había atrevido a decirle, por miedo a Andrea, le dije que le quería desde antes de conocerle en persona, que era mi media naranja, mi media sandía, mi medio yo, que el día en el que me enteré de lo de Andrea quise desaparecer, y muchas, muchísimas cosas más.
Entonces Alejandro como leyéndome la mente se acercó y me besó, y siguió besándome, y así hasta que Paula tocó a la puerta diciendo que no iba a quedar nada para desayunar.
Los días pasaban, y Alejandro cada minuto era más perfecto para mí, éramos idénticos, como dos gotas de agua. Dicen, que los polos opuestos se atraen, en nuestro caso no era verdad.
Pero había un problema, el tiempo, se nos echó encima, de repente eso empezó a parecer una carrera contrarreloj. Pronto llegaría el día en el que tendríamos que subirnos a autobuses separados, y cada uno iría a una parte distinta de España, cosa que me aterraba. La última noche, pusimos la alarma del móvil a cada hora en punto, para aprovechar hasta el último segundo a su lado, no era un amor de excursión normal, pasajero, no, era mi Alejandro.
Quería gritarle al mundo que no tenía dudas, que los miedos y las indecisiones se quedaron debajo de la cama, que le quería más que nunca, me limitaría a vivir el presente, a disfrutar de los momentos a su lado, a echarle de menos cuando estemos separados. Porque podía sentir su respiración en mi nuca, y sus manos en las mías, porque era lo más grande, lo más bonito, lo mejor que me ha pasado.
Ese día bajamos tarde a desayunar, su profesor que era muy exigente riñó. Alejandro dijo que era porque se encontraba mal, y renunció al desayuno. Salimos a la calle, y al ver los dos autobuses me derrumbé, no podía imaginarme una noche sin él a mi lado, me abrazó, y se derrumbó conmigo. Había dos institutos, unas 50 personas viéndonos, abrazados, llorando. No quería irme. Entonces cogí su mano, y le regalé todas mis canciones, todas, y mi púa favorita. Él cogió también mi mano, y me regaló la cejilla de su guitarra. De repente, una avalancha de gente se dirigió hacia nosotros y nos abrazó. Incluso los profesores se emocionaron con nuestra despedida, no sabía si le iba a volver a ver, o no, no sabía nada, pero me obligaron a subir al autobús.
Tres días más tarde en semana santa, mi familia como todos los años nos fuimos a Córdoba, ya que mi madre es de allí. Pues Alejandro me dijo que iría a verme,  en tren. Un día entero por Córdoba los dos solos. Me hizo tantísima ilusión volver a verle…
Ese día me prometió que volvería algún día, otra vez, y aquí estoy, inmóvil, en la estación, viendo cómo se va el tren que lo lleva de vuelta a casa.
Pero estoy segura de que tarde o temprano el destino nos volverá a unir, porque esto es como un puzle, uno complementa al otro. Gracias por existir, Alejandro.

Comentarios

  1. ESTUPENDO EL PRIMERO....PERO EL SEGUNDO.mejorarás pero hay una apluicación humana que se llama síntesis..aunque si es bueno para tí ,seguramente lo será...un beso

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    Respuestas
    1. Gracias... todas las cartas han sido estupendas,
      Yo no elijo a los ganadores, es por votacion popular en urna cerrada en la biblioteca.
      Vienen en persona (ya que varias de ellas han sido presentadas por correo postal, y no en formato digital y no he podido compartiras por internet), leen las cartas presentadas y votan por las 3 que más les gustan.

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